En el mundo de la Geobiología es imprescindible saber localizar y medir todas las alteraciones geopatógenas del entorno con exactitud para poder adoptar las medidas de protección oportunas. La Radiestesia es la herramienta que usa el geobiólogo para localizar y medir cualquier radiación o vibración energética de origen natural (corrientes de agua subterráneas, fallas geológicas, redes telúricas...). Se trata de una metodología basada en la sensibilidad personal a las radiaciones, y se fundamenta en la capacidad del cuerpo para percibir directamente todo aquello que nos rodea.
Cuando nos encontramos en un punto con una deficiente o excesiva calidad energética, el organismo experimenta cambios en el ritmo cardíaco y respiratorio, pero también en el tono muscular. Cuando nos encontramos sobre un punto o zona con un nivel energético superior a la media de una persona saludable (7.000 u.B.), la respiración y la circulación se aceleran y la musculatura se expande. Al contrario, cuando nos encontramos sobre un punto o zona con un nivel energético inferior a la media, la respiración y circulación se ralentizan y la musculatura se contrae y pierde gran parte de su energía.
Es el tono muscular el que se ve afectado y en consecuencia se produce una reacción directa sobre el instrumento de trabajo (varillas, lóbulo-antena, péndulo u horqueta). El instrumento en sí mismo no tiene ninguna propiedad extraordinaria, únicamente nos indica o muestra visualmente lo que está pasando en nuestra musculatura, posiblemente por variaciones del campo eléctrico.
Recordemos que el índice vibracional óptimo de una persona sana está entre 6.500 y 8.000 u.B., por lo que debemos evitar todas aquellas zonas donde los valores estén fuera de este rango, tanto por debajo como por encima de dichos valores. En el mundo de la Geobiología, el nivel de vibración o energético de un punto se mide en unidades Bovis (u.B.), que son totalmente equivalentes a los Angstroms (Å).